Les
voy a relatar la historia de una fiesta tradicional del estado natal de
la familia Clemente Mendoza claro solo los que llevan los dos apellidos,
esto lo saqué de una revista que publicó el I.N.B.A. en 1972,
y dice así:
Esta fiesta típicamente Oaxaqueña, que se efectúa en el mes de julio y para ser mas exactos el lunes, tuvo sus raíces en la época precortesiana y en el lugar donde se hace es el Cerro del Fortín.
En la parte norte de la ciudad de Oaxaca, se localiza el Cerro de San Felipe del Agua, que tiene una pequeña prolongación hacia el Sur, terminando esta en una elevación situada al noroeste de la ciudad.
Los zapotecas llamaron a dicha elevación Daninayaaloani que quiere decir Cerro de Bella Vista, por que desde su cima se contemplan los hermosos valles de Tlacolula, El Grande y el de Etla.
Esta elevación en aquellos tiempos estaba arbolada con encinas, ocotes, guajes, madroños, casahuates y otros formando un bosque agradable y oloroso que aromaba la apenas naciente colonia indígena, siendo además una posición estratégica militar que custodiaba Haxayacac.
Las huestes guerreras de Ahuizotl talaron una parte del bosque, pues el rey azteca consideró que el cerro era de vital importancia para la defensa del grupo mexica que había plantado allí, en esa tierra zapoteca sus banderas. Ordenó levantar reductos y trincheras para la defensa de la colonia y las tropas aztecas que quedaron custodiándola, llamaron al lugar Cerro del Fortín.
Al expanderse el Imperio Azteca y llegar hasta las regiones Istmeñas, lo que es hoy Chiapas y parte de Guatemala, era su política implantar su religión dejando los dioses locales; y su sistema de vida, al fundar colonias o poblados, así por muy lejos que estuvieran de la Gran Tenochtitlán participaban de ella cubriendo los guerreros , una red de defensa y vigilancia junto con las pochtecas, que a su vez que hacían el intercambio comercial de las mercaderías, servían de emisarios, diplomáticos y espías del Imperio Azteca.
Al someter a los zapotecas procedieron a fundar una ciudad en la época de Ahuízotl y Moctezuma Ilhuicamina, viviendo conforme a sus propios ritos y costumbres mexicas, llegando a ser Huaxyacac, residencia de las jerarquías sociales mas elevadas de ese pueblo, nobles, guerreros, sacerdotes. Construyeron Teocallis, calmecacs y tribunales para satisfacer las necesidades de un pueblo en pleno florecimiento.
El Templo Mayor estaba dedicado al numen azteca por excelencia Huitzilopochtli y se encontraba en el sitio donde hoy se ubica el Portal de la ex-Alhóndiga.
El Teocalli de la diosa, estaba donde existió la Santa Veracruz, hoy templo de Carmen Alto.
El pueblo mexica rendía tributo anualmente a la diosa Centéotl ofreciéndole las primicias de los frutos cosechados en los campos, las más bellas flores, las legumbres más frescas, las semillas y toda clase de plantas de los más delicados aromas.
También acostumbraban ofrecer a Centéotl, azucenas silvestres las doncellas, como símbolo de su castidad y pureza, en esta gran Fiesta de los Señores en que le rendían culto especial a esta diosa de la naturaleza productora. Esta festividad duraba ocho días, comenzaba el 13 de Tecpatl del IX Hueitechuihuitl que corresponde al 16 de julio de nuestro calendario. El día que principiaban las fiestas se reunían los nobles y principales a temprana hora en el templo, donde ofrecían cantos, danzas y ardía el copal en los sahumerios. Ya en la tarde concurrían todos los habitantes de los pueblos aledaños a la falda del Cerro del Fortín, donde se elegía a la doncella que representaría a Centéotl y que después de ocho días sería sacrificada en el altar de la diosa. Después regresaban al teocalli con el objeto de hacer la oblación del Xilotl por sus manos tutelares. En la tarde del ultimo día de estos festejos, se reunías todos otra vez en el Cerro, llevando flores y ramos de plantas aromáticas, para participar en el banquete que la nobleza ofrecía a la joven elegida. Se colocaban en fila y se les distribuía el chocolatl, atolli y los tamalli; después descendían para ir al Teocalli entonando cánticos, donde presenciaban la inmolación de la doncella elegida, a la cual en la piedra del sacrificio, le sacaban el corazón para ofrendárselo a la diosa. La fiesta al igual que el mes se llamaba Hueitechuihuitl o sea la Gran Fiesta de los Señores. Este ritual, como todos los demás que tenía la religión azteca, cuya culminación era el sacrificio propiciatorio a de una joven que durante ocho días de las festividades se le había tratado como a la diosa ya que llevaba las investiduras de la misma y su holocausto era para que la deidad cubriera otra vez los campos de flores y de ricas mieses y las cosechas fueran abundantes, sobre todo la del maíz, la planta nutricia por excelencia.
Después de la conquista, los españoles y los misioneros católicos destruyeron todos los teocallis y en su sitio se construyó la Ermita de la Santa Veracruz que más tarde fue el templo de la Virgen del Monte Carmelo.
En aquella época se inició la costumbre de que la fiesta entonces dedicada a la nueva divinidad no se realizara precisamente el día 16 de julio por que no siempre era día domingo esta fecha, sino que se transfiriera para el próximo y la fiesta tradicional el lunes siguiente, que comenzó a repetirse a los ocho días.
Al principio estas fiestas tenían un carácter puramente religioso; los fieles llevaban al templo azucenas, dalias y otras flores cultivadas en los jardines para que sirvieran de adorno en los altares y en la calenda. Concurrían todos los feligreses a la práctica religiosa y de allí salían todos rumbo al Cerro del Fortín con la mojiganga de los Gigantes. Esta mojiganga consistió inicialmente en una serpiente que presidía la procesión de Corpus, pero tal era el espanto que causaba esta hórrida serpiente, que el obispo Tomás Montaño y Aarón ordenó que desapareciera y en su lugar se pusieron unas inmensas figuras que representaban a las razas humanas ya las que se les dio el nombre de gigantes. Cuando estas figuras eran ya inservibles, se reponían por otras, hasta que en 1882 fueron suprimidos los gigantes.
En nuestros días subsiste el paseo y se ha convertido en una verdadera fiesta popular a la que concurren personas de todas partes y cada año se conmemora ésta ya profana festividad denominada El Lunes del Cerro, que tiene lugar preponderante en la vida social oaxaqueña y es un espectáculo ver la Guelaguetza en donde están representados todos los grupos étnicos del Estado de Oaxaca y que en esta ocasión se atavían con sus trajes regionales para danzar y cantar en el esplendoroso escenario natural que es el Cerro del Fortín, en la famosa fiesta del Lunes del Cerro.